¿Felices por siempre?

 
Muchas veces, cuándo como psicólogos queremos hablar (o escribir en este caso) sobre eso que nos pasa como seres humanos, corremos un riesgo enorme, y podemos olvidarnos que no estamos en nuestro consultorio, nuestro espacio privado, donde damos lo mejor de nosotros mismos para acompañar a quienes acuden a él. Ese es un espacio privilegiado para el intercambio cercano, la escucha atenta, y el arte de convertir las palabras de queja, en potenciales soluciones; es por ello, definitivamente, que un blog no se parece en nada a ese lugar, es una línea muy delgada, pues, gran parte de lo que escuchamos allí (o de lo que nosotros mismos hemos ido a resolver) se repite, y se presenta en la vida de los demás, con otros colores y matices, pero con un tono bastante similar. 
 
 
La psicoterapia requiere de tiempo, trabajo duro, esfuerzo y constancia (y, en muchos casos, montones de lágrimas). No es un proceso lineal, no se trata de seguir una receta o de aplicar una fórmula mágica; se trabaja hombro a hombro con quienes nos consultan para encontrar las posibilidades que mejor se adaptan a sus condiciones particulares. Por ello, cuando queremos dirigirnos a públicos más amplios necesitamos reconocer el límite de nuestro alcance. Deseamos poder hablar (a los psicólogos nos encanta hablar), y aportar para generar mejores condiciones de vida; si bien, no será un espacio terapéutico, queremos que se convierta en un lugar para hablar de todas esas cosas que a veces cargamos en silencio, o que gritamos a los cuatro vientos pero que no se suelen escuchar; de lo que ocultamos debajo del sofá, o ventilamos por la ventana y sin más, salta al vacío y se va. Es allí dónde se hace necesario, alejarnos de la mirada inquisidora que nos demanda estar “felices” todo el tiempo y, poder conversar de manera cercana, en confianza, donde podamos develar nuestras carencias, reconocernos, y así, poder sentirnos orgullosos de nuestros pequeños logros que se engrandecen en lo cotidiano y a veces no los vemos; poder conversar del arduo proceso que implica enfrentar el terror que se esconde en nuestras cabezas, de aquello con lo que batallamos día a día, y de las piruetas que hacemos para equilibrarnos. 
 

Queremos hablar de Salud Mental de una manera más cercana, amable y cotidiana, queremos hacer visible que sin tener que referirnos todo el tiempo a ella, la encontramos día a día en el quehacer, en el pensar y en el sentir, en la manera en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás y, sobre todo, en lo que encontramos que no marcha con nosotros, que irrumpe en las noches como un insomnio o que se hace intruso en lo que hacemos pero que no logramos conectar.  

Buscamos que la salud mental sea lo suficientemente comprensible para todos, hacerla masticable, digerible y, especialmente, alcanzable con los recursos con los que contamos (resaltando siempre el papel fundamental que desarrollan los profesionales); apalancar procesos que permitan una construcción de sí, cada vez más cercana a lo que queremos ser, anclados a la propia realidad, donde se pueda materializar muchas de las cosas que rondan por la cabeza, aterrizar otras y hacer duelo a unas cuantas más. 

Esperamos que puedas encontrar en este espacio una voz que haga eco y pueda resonar con eso que, en mayor o menor medida, te acompaña, te mueve, te inquieta, te cuestiona, te preocupa, o simplemente no sabes qué hacer con eso que te pasa.

Esperamos que puedas encontrar en este espacio una voz que haga eco y pueda resonar con tus metas, tus objetivos, tus logros, tus aciertos, tus victorias, o simplemente con ese esfuerzo que haces cada día por tratar de vivir mejor.

 
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